En las aulas de Buenos Aires, una batalla por el lenguaje incluyente

BUENOS AIRES — En lugar de decir “amigos”, algunos hispanohablantes usan “amigues”. En lugar de “todos”, algunos escriben “todxs”. Y unos carteles que decían “bienvenidos”, ahora dicen “bienvenid@s”.

Los cambios, que habían sido adoptados de manera informal por los profesores de las escuelas en Buenos Aires, fueron un esfuerzo deliberado por incluir a personas que no se identifican como hombres ni mujeres en un idioma en el que muchas palabras se clasifican como masculinas o femeninas.

En América Latina se está usando cada vez más un lenguaje neutral en cuanto al género, así como en otros idiomas, incluidos el inglés y el francés, por parte de partidarios que dicen que ayuda a crear una sociedad más incluyente.

Pero para algunos hispanohablantes, incluidos muchos académicos y políticos, los cambios degradan un idioma hablado por 500 millones de personas en todo el mundo.

En Argentina, la tensión ha pasado de ser una guerra de opinión pública a convertirse en una batalla de políticas.

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la capital de la nación, prohibió el mes pasado que los maestros usaran palabras de género neutral durante la clase y en las comunicaciones con los padres. La ministra de Educación de la ciudad dijo que ese lenguaje violaba las reglas del español y obstaculizaba la comprensión lectora de los estudiantes.

Esa medida, que es una de las primeras reglas adoptadas en el mundo para prohibir específicamente el uso del lenguaje neutro o inclusivo, provocó una reacción rápida. El principal funcionario de la educación en Argentina criticó la regla y al menos cinco organizaciones, una mezcla de grupos de derechos de las personas gay y de derechos civiles, han presentado demandas para anularla.

Jaime Perczyk, ministro de Educación de Argentina, comparó la medida con las prohibiciones contra la escritura zurda bajo la dictadura fascista de Francisco Franco en España. “Con eso pensaban que corregían algo y las causas son más profundas”, dijo, y explicó que los estudiantes usan un lenguaje neutral en cuanto al género como una herramienta para combatir las actitudes sexistas que prevalecen en la cultura argentina.

En las lenguas romances, como el español, el francés, el italiano y el portugués, el debate sobre la terminología de género neutral puede ser particularmente feroz porque toda la gramática tiene género.

El lenguaje de género neutral ha escandalizado a los puristas lingüísticos. La Real Academia Española, considerada por muchos como el guardián del idioma español, describió el uso de “e”, “@” y “X”, que se usan en vez de la “o” y la “a” que a menudo establecen el género de una palabra, como “ajeno a la morfología del español” en un informe de 2020.

El año pasado, el ministro de Educación de Francia recomendó evitar la escritura inclusiva en las comunicaciones del ministerio y en las escuelas. Un destacado diccionario francés provocó indignación en octubre pasado después de que agregó iel, un pronombre singular de género neutro.

El debate ha pasado a formar parte de una guerra cultural emergente en América Latina. En diciembre, la agencia de educación pública de Uruguay emitió un memorando que limita el uso del lenguaje inclusivo diciendo que este “deberá ajustarse a las reglas del idioma español”.

El lenguaje neutro en cuanto al género también se ha convertido en un tema en las elecciones de octubre en Brasil. El presidente del país, Jair Bolsonaro, que se postuló a un segundo mandato, les dijo a los periodistas en diciembre durante una discusión sobre temas educativos que “el lenguaje neutral de género de los homosexuales” está “estropeando a nuestros hijos”.

En Colombia, Francia Márquez, la vicepresidenta recientemente electa, fue ridiculizada por los críticos conservadores por usar un lenguaje neutro durante su campaña. “Dios salve a Colombia”, escribió en un tuit Margarita Restrepo, legisladora de un partido de derecha.

Ese debate también se está desarrollando en Estados Unidos, donde el término neutral “Latinx” se agregó a un diccionario ampliamente utilizado en 2018. Pero incluso entre los hispanos, muchos no han oído hablar del término y pocos, principalmente las mujeres jóvenes con educación universitaria, lo usan, según una encuesta realizada por el Pew Research Center en 2019.

El movimiento para impulsar estos cambios en las lenguas romances se originó por lo menos desde la década de 1970, entre las feministas que desafiaron el uso del masculino genérico, una regla gramatical en la que la forma masculina tiene prioridad cuando se refiere a un grupo de personas si el grupo incluye a un hombre. (En español, cinco niñas son “las niñas”, pero una vez que al conjunto se une un niño, se convierten en “los niños”).

En Francia, en vez de usar chers étudiants, la forma masculina de “queridos estudiantes”, las feministas promovieron el uso de formas dobles que incluían una ortografía femenina junto al masculino, como chers étudiants et chères étudiantes, dijo Heather Burnett, lingüista de la agencia nacional de investigación de Francia.

En la actualidad, una nueva ola de activistas va más allá. Muchas personas transgénero quieren borrar por completo los términos gramaticales de género. En lugar de usar “queridos alumnos y queridas alumnas” prefieren, por ejemplo, usar “querides alumnes”.

El movimiento en torno al lenguaje, según algunos expertos, forma parte de un desafío más amplio a la forma en que la sociedad percibe el género.

“Para las personas no binarias, el lenguaje es solo la punta del iceberg”, dijo Rodrigo Borba, profesor de lingüística aplicada en la Universidad Federal de Río de Janeiro en Brasil. “Lo que están cuestionando a un nivel ideológico más profundo es que el género no está conectado a tus genitales y que no solo viene en pares”.

Argentina es un sorpresivo escenario para un debate tan intenso sobre el lenguaje neutral de género: el país ha adoptado, en gran medida, los derechos de las personas transgénero. En 2012, se convirtió en uno de los primeros países del mundo en aprobar una ley que permite que las personas cambien su género en documentos oficiales, sin requerir la intervención de un médico o un terapeuta de salud mental.

El año pasado, el gobierno federal adoptó una medida que exige que el 1 por ciento de todos los puestos de trabajo del sector público se reserven para personas transgénero. Quienes se identifican como personas no binarias pueden marcar una “X” en los documentos oficiales, en lugar de elegir entre las categorías hombre o mujer. Uno de los hijos del presidente es una persona no binaria y drag queen.

Incluso la coalición gobernante, Frente de Todos, ha cambiado su logotipo para evitar el uso de la forma masculina “todos” al remplazar la segunda “o” con la imagen de un sol.

En Buenos Aires, la ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña, dijo que la nueva regla sobre el lenguaje inclusivo no pretende ser una prohibición. “El lenguaje en sí no es ni más ni menos inclusivo”, dijo en una entrevista. “Depende de cómo las personas lo utilicen”.

El mismo día que se introdujo la regla, dijo Acuña, el ministerio publicó varias guías sobre cómo ser incluyente usando la gramática tradicional española. Sugieren, por ejemplo, escribir “los/as estudiantes” o utilizar palabras neutras como “personas”.

Pero las guías han hecho poco para apaciguar a los activistas y algunos estudiantes que dijeron que los nuevos lineamientos sobre el idioma hacen que se sientan excluidos.

“Te sentís realmente mal”, dijo Agostina Fernández Tirra, de 17 años, quien se identifica como persona no binaria y asiste a una escuela pública en Buenos Aires. “A todos nos meten en la misma bolsa: son todas mujeres o todos hombres. Los que quedamos en el medio, que no somos ni mujer ni hombre, es como que no te tienen en cuenta”.

Algunos padres y maestros han aplaudido la regla. El lenguaje de género neutral “incluso no es inclusivo”, dijo Vanina María Casali, directora de una escuela primaria en Palermo, un barrio de clase alta de Buenos Aires. “En nuestra escuela hay alumnos que tienen trastornos del aprendizaje y se les dificulta muchísimo más porque los confunde”.

No está claro qué influencia, si es que tiene alguna, podría tener el lenguaje de género neutral en la comprensión lectora, dijo Florencia Salvarezza, una neurocientífica en Argentina que trabaja en cognición, porque se ha investigado poco sobre el tema.

Pero, agregó Salvarezza, es plausible que el lenguaje neutro pueda complicar el aprendizaje. “No hay forma de crear una sílaba en español con la ‘x’ o la ‘@’ porque no son vocales”, dijo. “Eso podría confundir a los niños pequeños”.

Sin embargo, los defensores y otras personas involucradas en las escuelas de Buenos Aires creen que, a pesar de la regla, el uso de un lenguaje neutral seguirá expandiéndose.

“Es algo que no se puede prohibir si ya lo utilizamos en lo que hacemos”, dijo Alexandra Rodríguez, quien después de clases trabaja como voluntaria en un centro comunitario. “El lenguaje es algo que se modifica constantemente. Se mueve, está vivo porque nosotros estamos vivos y va a ir cambiando”.


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